31.12.09

comedias francesas

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HÁBLAME DE LA LLUVIA / MIS ESTRELLAS Y YO
data: http://www.imdb.com/title/tt1065332/ / http://www.imdb.com/title/tt1213922/

La comedia norteamericana suele ser una sucesión de gags, alrededor de una alteración inicial de la “normalidad” que pone en movimiento la trama. Son estructuras dirigidas a la carcajada. Las comedias francesas parte de esa alteración inicial pero la misma no cambia esencialmente la “normalidad”; si las comedias de Hollywood tienen la finalidad de la carcajada, el propósito de las comedias francesas es la sonrisa.

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Cada pueblo se ríe de cosas distintas y de un modo radicalmente diferente. Sospecho que los argentinos estamos, en mayor proporción, más cerca del tipo de humor francés que el del estadounidense. Nos parece más verosímil. Más aún: me atrevo a sostener que estamos más cercanos a la observación ácida de la sociedad, al detalle sociológico, que está presente en el grotesco, nuestro humor emblema. Como pueblo nos reímos más del individuo que hace el ridículo por querer congeniar con cierto estereotipo sociocultural que del pobre diablo que hace el ridículo accidentalmente. En los años de oro del cine nacional, el cliché eran los señores paquetes estirados puestos en evidencia por el pobretón de buen corazón (sea una Catita o un Felipe). Casi podría decirse que para reírnos sin culpas necesitamos cierto nivel de verosimilitud (aún en un género tan inverosímil como la comedia). Por eso no terminamos de comprar la sucesión de improbables gags de las comedias hollywoodenses.

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Coexisten en la pantalla local, dos comedias francesas que comparten esta cualidad de propensión a la sonrisa; difieren en su objetivo final. “Háblame de la lluvia” de la directora, actriz y guionista Agnès Jaoui es una película a un ritmo menor, una trama que tarda en encontrarse hasta cerca del final, cuando los personajes hallan, cada uno a su modo, alguien que los ame. Hasta allí, más allá de alguna escena afortunada y del buen casting, no termina de desplegarse la trama. Aún en la comedia, se necesitan conflictos dramáticos. En “Háblame de la lluvia” esos conflictos están latentes, pero nunca se explicitan.

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La crítica señala la mirada de Jaoui a una clase social que enfrenta el nuevo milenio con una dosis pareja de confusión y aburrimiento. Coincidimos: los personajes de “Háblame de la lluvia” transitan por un momento de sus vidas en la que querrían ser una cosa distinta a la que son pero que saben imposible de lograr. La escena final en que los personajes se “emparejan” sugiere que la única tabla de salvación es tener a mano a alguien a quien abrazar y nos abrace.

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En “Mis estrellas y yo”, el detalle social está ausente. El filme tiene como objetivo hacernos reír, no agregar ninguna dimensión trascendente. Tal vez por eso esté un escalón por debajo, aunque es más sólida argumentalmente. La película de Laetitia Colombani (directora y guionista; ser mujer es otra coinciencia accidental con Jauoi) nos cuenta la historia de un cholulo (Kad Merad) que ha arruinado su vida por entrometerse en la vida de tres estrellas de cine que ama: la veterana (Catherine Deneuve), la bestia sexual (Emmanuelle Béart) y la joven bonita en ascenso (Mélanie Bernier). Lo que no cuenta el cholulo es que las tres brujas se pondrán de acuerdo para arruinarle la vida, demostrando el refrán que recomienda no desear demasiado algo porque podría terminar cumpliéndose.

“Mis estrellas y yo” emprende buen rumbo hasta la mitad del filme, sobre todo cuando abundan los guiños cinéfilos, tales como Catherine Deneuve robándose el postre de sus colegas o escondiendo bombones de su secretario, o las alusiones a la ligereza sexual del personaje de Béart, en ambos casos tomándole(se) el pelo a las propias divas que encarnan a las tres divas de ficción.

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La segunda mitad es menos fuerte, más convencional y parecería que le falta una vuelta de tuerca, sobre todo en la relación del cholulo y su ex esposa. Una prueba de la endeblez del relato es que se pierde la muy buena historia secundaria de Robert y su gato (se roba la película, el minino).

Si se me permite fantasear, hubiera cargado el peso de la película en la ex de Robert, el cholulo insoportable. Hasta ahí la tipa estaba podrida de la pasión de su marido y su falta de compromiso. Parte con su hija y está a punto caramelo para caer en brazos de su compañero de trabajo que la viene asediando desde hace tiempo. Hubiera sido interesante que la película sondeara la alternativa de un cambio en la conducta de la esposa de Robert, cuando las divas lo asedian. Tal vez, mostrando que ella no es menos cholula que su ex, mostrándose celosa en una aceptación implícita que, si el tipo consigue la atención de esas diosas, no era tan pelotudo como parecía.

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Ahí uno se imagina otra película, con la mina saltando como leche hervida, marcando territorio a las diosas del celuloide, como para que no queden dudas que, si de la pantalla para allá, ganan ellas, de la pantalla para acá, es dominio exclusivo de las minas de carne y hueso.

El filme sigue otro camino menos sexista, más conformista de las limitaciones de la vida y, por tanto, un poco menos poética. Igual podemos confiar que, en cuanto le suelten la rienda, Robert volverá por las suyas. La última imagen (el poster firmado por Zinedine Zidane) nos da esperanzas de que no todo está perdido.

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