19.10.17

lento fluir


BLADE RUNNER 2049
data: http://www.imdb.com/title/tt1856101

“Blade Runner 2049”, la ecuela del clásico de Ridley Scott, sufre de falta de fluidez. Denis Villenueve logra empardar visualmente a su antecesora. Pero el guion adolece de esa morosidad que caracterizaba a cierta ciencia ficción con aires de intelectualidad de los años ’70. Ese lento transcurrir, esa caminata a paso de tortuga, ese mirar a cámara con cara de aburrido, alarga una trama que podría haberse resuelto en menos tiempo y con más eficacia. Las ideas están, hay un par de escenas de notable factura, hay un buen elenco. Pero falla la amalgama, la transición de una escena a otra.

En el despliegue visual, “Blade Runner 2049” no hace extrañar a su predecesora. Villenueve logra replicar el mundo desgastado, polucionado, polvoriento (agravado por un colapso ecológico) de colores saturados y neón. En ese contexto se desenvuelve una humanidad sin apetito de transcendencia, aburrida y demasiado cansada.



El tema parece ser la persecución que el Blade Runner protagonista, un tal K, realiza ante viejos replicantes de la discontinuada serie que supo rebelarse en la precuela. A poco de andar, K descubre un hecho singular: el cadáver de una replicante que parece haber muerto tras un embarazo. El hecho de la reproducción quebraría el mundo compartimentado de “Blade Runner 2049”, rompería todas las certezas en las que se sostiene el mundo. K pasa de investigar a creer que él pueda ser un replicante con un pasado y un nacimiento. Si es así, es distinto.

Pero de lo que verdad habla “Blade Runner 2049” es de lo difícil que es distinguier lo real de lo virtual. Los personajes se preguntan si son lo que creen ser; más aún: se cuestionan si sus recuerdos son reales o implantados. Los entes cruzan los límites: una holografía puede amar y arriesgar su vida; un replicante ser madre; un humano convertirse en un componente cibernético.



Lo que “Blade Runner 2049” se pregunta es qué es ser humano, que nos define como tal. Y en el mundo del futuro, las entidades generadas por el ser humano pueden reclamar esa condición sin que suene forzado. Hay más humanidad en Joi que en Niander Wallace, por poner un caso.

No parece casualidad que las mejores escenas tienen ecos de esta reflexión. Paradigmática es el trío que K realiza con Joi y con Mariette, una escena donde lo visual sube un escalón al “inventar” imágenes nuevas, como esas manos que se cuadriplican al acariciar la nuca del protagonista.



Para bordear esta idea, el guion de Hampton Fancher y Michael Green despliega una serie de sucesos que no terminan de atrapar. Parece como una falla de guion que K no tenga un antagonista apropiado, un rival que genere acción. Tal vez por eso K se sustenta en el rostro sin expresión de Ryan Gosling, en muchas escenas en que lo visual reemplaza al drama. La consecuencia es que, aunque esté muy bien filmado, la escena no logra despegar de la pantalla.

La aparición de Harrison Ford (esperada por toda la platea) agrega el valor de la melancolía y de la valoración del tiempo transcurrido. Pero en términos de guion, da lo mismo que esté o no. La intriga central (¿quién es el niño nacido de la replicante?), una vez revelada, no provoca ningún terremoto dramático. Es más, hasta se llega a sospechar con anticipación.

“Blade Runner 2049” no le falta el respeto a la original. Pero tampoco crea nada nuevo. Y de alguna manera, ese pecado le falta el respeto al original.

Mañana, las mejores frases.

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