2.8.17

tres elementos en tres tiempos


DUNQUERQUE
data: http://www.imdb.com/title/tt5013056

Christopher Nolan hace un ejercicio de estilo en “Dunquerque”, una toma de posición estética para contar uno de los grandes hechos de la Segunda Guerra Mundial. Un ejército en retirada, acorralado contra la costa. Detrás, a pocos kilómetros, el mar y más allá, el hogar. Enfrente, un enemigo que lo supera en número y puede destruirlos cuando quiera. Y en la desesperación de lo irremediable, el milagro de la perseverancia y el arrojo de sus compatriotas.

Para contar la hazaña de Dunquerque, Nolan elige ser minimalista. Casi no necesita diálogos. Elige una paleta pastosa, de azules brumosos que nos recuerdan las películas bélicas de los ’50 y ’60. Despliega la cámara en el mismo lugar donde 400 mil británicos vieron peligrar sus vidas. Abjura de los héroes; prefiere el heroísmo cotidiano de seres comunes sin ocultar sus bajezas, egoísmos y cobardías. Recurre a los tres elementos en pugna (tierra, agua y aire) contados en tres tiempos (semana, día y hora, respectivamente). El resultado es una película magistral aunque, paradójicamente, sospechamos que no ganará el favor de la mayoría de los espectadores. Es una película austera para estos tiempos de repiqueteos, fuegos artificiales y discursos pomposos. “Dunquerque” tiene la intención de contar lo que sucedió, confiando que la fuerza de los hechos tienen la entidad suficiente para llamar la atención del espectador. Lo es. Pero cuando al lado vemos que la chica de la butaca adyacente, lucha con el pote de los pochoclos, dudamos de si tendrá la entereza para abstraerse del celular y concentrarse en la historia.



Mencionamos tres elementos en tres tiempos, todos intersectados. Un soldado que intenta escapar reiteradamente de esa playa endemoniada que lo regresa una y otra vez al punto de partida. Un capitán civil al mando de su lancha de fin de semana, cruzando el Canal de la Mancha para salvar a sus jóvenes compatriotas. Tres aviadores que enfrentan los ataques de sus pares alemanes, para dar apoyo a los barcos que intentan el rescate.

La tierra se simboliza en un muelle y en una semana. La espera de un rescate que no llega y de una amenaza siempre latente. El agua mide un día y es lo que tarda el barco de Mr. Dawson para partir de su hogar, llegar al frente de batalla y regresar a casa con su cuota de soldados. En el aire, el tiempo dura una hora, 60 minutos en lo que se define el destino de tres aviadores que agotan las posibles opciones que se tienen en una guerra.



Christopher Nolan ya ha mostrado en la monumental “Memento” que se siente cómodo manipulando la línea de tiempo. Lo repite en “Dunquerque” comprimiendo segmentos que, como espectadores, vemos en escasa hora y media. Las historias se muestran desde uno y otro ángulo, dándonos la falsa ilusión de que lo vemos en tiempo real. Ese truco nos permite mantenernos aferrados a la acción, un recurso que tensa el suspenso, que no nos da tiempo para respirar. Notemos que sólo la historia del avión es en tiempo real; las otras historias se extienden y no nos damos cuenta, nos parece que toda la evacuación dura esos escasos 106 minutos de película.

La otra decisión fue no pivotear la historia en un héroe. Hay varios y todos comunes, rostros que se pueden perder, indiferenciados, bajo el uniforme militar. Los protagonistas hacen cosas heroicas sin que se note el tenor de su heroísmo. Sólo hacen lo que tienen que hacer, la tarea que hay que realizar si se desea salvaguardar el hogar que quedó atrás. Esa modestia de la acción, agranda el tenor heroico (y dramático) del hecho histórico. Y la decisión de Nolan de mantenerlo en esos niveles, es otro acierto de guion.



Reflexionemos sobre una peculiaridad: Nolan hace una película de guerra sin una gota de sangre y sin mostrar a un soldado nazi.

Tom Hardy, Mark Rylance, Keneth Branagh, Fionn Whitehead, algunos de los nombres detrás de los personajes.

Mañana, las escasas frases.

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